Los Artistas de la Memoria de Jeffrey Moore

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Tiempo de Lectura: Septiembre/Octubre 2008
Nota:7 (es un libro muy disfrutable, que conste)

Un hombre que recuerda demasiado y una mujer que recuerda demasiado poco... ambos esforzándose por entender sus propios mundos en una casa llena de recuerdos. Noel Burun es un sinestésico hipemnésico: su memoria es implacablemente exacta, y cuando la gente le habla, ve las palabras como explosiones vibrantes de color que suelen dejarlo aturdido y desconcentrado. Por otro lado, su madre, Stella, se hunde poco a poco en las arenas movedizas del Alzheimer. Noel, con su mente privilegiada, no puede aceptar la enfermedad de su madre y se pone, desesperadamente, a buscar remedio para frenarla junto a unos personajes más que excéntricos.
Jeffrey Moore relata la historia con varias voces , las notas de consulta del médico, las anotaciones de Noel y el diario de su madre y logra así una novela sensible e ingeniosa sobre los trucos más insospechados de la memoria.


- Supongo que no piensas moverte... - oyó que decía Norval.
- A los gilipollas nunca les cedo el paso.
- ¿Ah, no? Pues yo sí, siempre. - replicó Norval apartándose para dejarlo pasar.

- No te entiendo. - le dijo al fin.
- ¿En general, o respecto a algo en concreto?
- Cuando dices que nunca te has enamorado.
Norval bebió un trago de whisky irlandés.
- ¿Qué escapa a tu comprensión?
- No comprendo el concepto. Estoy convencido de que mientes ¿Es así?
- Nunca he estado menos inclinado a hacerlo. El amor existe sólo por una razón: para propagar los genes de la persona que hace el amor. Puede reducirse a una sustancia química llamada oxitocina. ¿La conoces?
- Pues... sí.
- Por tanto, soy incapaz de amar a una sola mujer. Pero muy capaz, estoy obligado de hecho, de amar a centenares.
- Cuando dices "amar", te refieres a tener relaciones sexuales. Pero ¿por qué centenares? ¿Por qué tantas?
- Porque los mejores momentos de una relación están al principio, cuando uno puede engañarse con infinitas posibilidades. La parte del medio y del final son una trampa detrás de otra.
- Pero ¿has llegado alguna vez a la parte del medio?
Norval desechó la pregunta con un gesto de la mano con el cigarrillo y se envolvió en una nube de humo.
- Y porque llega un momento en la vida de todo el mundo en que hay que hacer algunos sencillos cálculos aritméticos: comparar la suma de los placeres que a uno le ha dejado la vida con la suma de dolor. Y esta comparación lleva, a determinada edad y a los que tienen valor para ello, al suicidio. Así que, antes de llegar a ese punto, haré lo único que proporciona placer, mientras pueda.
Noel sacudió la cabeza. No era la primera vez que oía tal sofisma.
- Pero debe ser tan...insatisfactorio...no llegar a esa fase final. Al compromiso, al matrimonio, a un final feliz...
- ¿Final feliz? ¿Me has escuchado? Para mí, felicidad es que ese comienzo y ese final se mezclen en el primer encuentro.
-...y el emocionante proceso completo de enamorarse, que es lo más cerca que la mayoría de nosotros llegaremos a vislumbrar la utopía.
- Ay, por favor. El sexo y las drogas ofrecen vislumbres mucho mejores. Noel, eres un enamoradizo espectacularmente fácil, ¿y de qué te ha servido? Hay que llevar toda esta tontería romántica a la cama. El mundo no es como Romeo y Julieta, ni donde Cupido lanza sus flechas al azar. El amor romántico es una trampa darwiniana que nos hace ciegos a los defectos del otro. Caer en las redes del amor... Caer implica que uno alguna vez estuvo en una posición estable, en un punto más elevado. Y yo prefiero esa posición más estable y elevada.
(...)
- A lo mejor sólo tuviste mala suerte, Nor, y no te alcanzó la flecha adecuada. Cupido lanza flechas de plomo y de oro, recuerda, para el amor falso y para el auténtico. Has recibido las de plomo, eso es todo. No renuncies a la esperanza.
Norval alzó los ojos al cielo.
- Otro adicto a la esperanza...
(...)
Noel meneó la cabeza. No podía ni imaginarse lo que era tener todas esas mujeres en su campo gravitatorio. Estar en el lugar de Norval, sólo por un día. A veces creía que habría hecho casi cualquier cosa por cambiar de papeles: incendiar un orfanato, empujar al Papa por un acantilado... Pero después se le pasaba. Porque lo que buscaba era algo más. romántico, más duradero, algo que se encontraba en los cuentos de hadas y en las historias en tecnicolor. ¿Existían esas cosas en la vida real? Sin duda, para él nunca existirían.

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- ¿Las cosas te van mal alguna vez, JJ? - preguntó Noel con la boca llena de atún - ¿Estás triste alguna vez?
Se encogió de hombros ante la pregunta.
- Creo que estoy diseñado para la felicidad. Todos los días hay algo nuevo y mágico en la vida. Aunque tengo que admitir que volvería a la infancia sin pensármelo dos veces. El pasado es seguro... -JJ dejó la frase en el aire-. Recuerdo que una vez después de un partido de béisbol...
- Tus compañeros te sacaron en andas, ya sé. Pero de mayor ¿nunca has estado triste o deprimido? Por ejemplo, no sé... ¿Después de perder a alguien de tu familia o... un amigo?
- Bueno, me puse triste cuando papa se reunió con el Hacedor en el noventa y siete, y cuando Cristo acogió a mamá en el cielo en el noventa y uno, y cuando mi novia me dejó en el ochenta y seis. Por supuesto que los echo de menos. Pero estoy agradecido del tiempo que he pasado con ellos. ¿Comprendes?, nadie me puede quitar esa felicidad. Es mía para siempre jamás. Sigo teniendo ese amor dentro de mí y lo llevo dondequiera que vaya. Vive en mi recuerdo.
Noel asintió y tragó.
- ¿Y esas tres veces son las únicas que has estado triste?
-Ha habido otras veces. Pero, vamos, que si quieres un arco iris, tendrás que poner la lluvia, digo yo. Debajo de la nieve se esconde el verano, ¿recuerdas? Si todo fuera perfecto, no valoraríamos nada. --JJ se metió el dedo en la nariz y Noel miró para otro lado-.
Cuando la vida hace zig, ¡entonces tú haces zag!

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